Aro os

¿Vio usted el desfile de las fuerzas armadas el otro día?

No, la verdad es que no lo he visto este año. Un desfile militar tampoco es algo que me produzca un interés desmedido. Además de ser bastante aburrido.

Pues usted a mi me parecía una persona de esas a las que le chiflan las cosas del ejercito y lo castrense. Me ha recordado al Sr. Rajoy y su “coñazo”. No sé, yo lo creía fanático de la legión y de los regulares. Además tiene pinta de haber pertenecido a alguno de estos cuerpos, vamos, hay señores de su edad que incluso lloran al verlos desfilar…

Quizás será porque he visto y he participado en más “desfiles” de los que hubiese deseado. A mí me toco una “mili” dificultosa, en un lugar espinoso y en una época “delicada”. En aquel tiempo no eran buenos momentos para ser soldado en el norte de África. Demasiada tensión.

Con más razón, me extraña que usted no sea fanático de marchas militares, a mi me llaman la atención y no he tenido nada que ver con el ejercito…

Mira muchacho. Cuando veo un desfile no puedo evitar recordar a miles de “mozos” arrancados a la fuerza de sus hogares. Niños arrastrados a una “hombría” involuntaria en virtud de una bandera que los maltrataba psicológicamente para hacer cumplir su mandamiento.
Cuando los veo marchar al ritmo de trompetas y tambores, me es imposible obviar el verdadero motivo del desfile, el más antiguo y eficaz método de manipulación mental. Eliminar cualquier resquicio de autodeterminación en personas a medio hacer. Anularles la voluntad para que hagan lo que yo digo y cuando yo quiero es la mejor manera de evitar que unos chavales debatan sobre el bien o el mal al recibir una orden. Me giro a la izquierda, me pongo firme, paso ligero, disparo al enemigo y… no lo cuestiono, es por la patria. Pobre uso de nuestra patría.
Mientras estabas allí eras un títere, una persona anulada y lo peor de todo…contra tu voluntad.
Al menos ahora la gente va al ejército de forma profesional, sin coacción y voluntariamente.

Pues me acaba de desmontar un mito que yo tenía con respecto a usted.

Chaval, casi todo el mundo durante un periodo de su vida tiene un viaje espiritual. La mayoría debemos salir de la seguridad de nuestro hogar y alejarnos durante un tiempo, puede que indeterminado, para metamorfosearnos de niños a hombres. Estudiar fuera, trabajar en otra ciudad…o, al que le tocó, el servicio militar. Y lo mismo te digo una cosa que te digo otra, a ti, me parece, que ya te vendría bien “el viaje” y, si por mí fuera, te mandaba bien lejos a hacer una “mili” como Dios manda; a ver si los militares te sacan a mamporros esos pájaros que tienes dentro de la cabeza.

Don Bartolomeo…a veces creo que usted no tiene corazón …